Quiéreme
como si fueras a morir,
como
si fuese un último aliento,
las
últimas gotas del manantial.
Quiéreme
como al arco iris,
como
al oasis y al espejismo
y
al hada que existe sólo en tu imaginación.
Quiéreme
como al horizonte,
como
a las nanas infantiles
y
al recuerdo de aquellas manos llenas de arena.
Quiéreme
como a la luz,
como
al aire,
como
si fueras a morir.
Como
a la mejor carcajada,
como
a la nieve,
como
a las cuerdas de una guitarra.
Quiéreme
como al sol,
como
a la luna,
como
a la voz que te ayuda a dejar de llorar.
Quiéreme
como si fuese un último aliento,
como
al silencio,
como
a la paz.
Quiéreme
como no quieren las personas,
sin
cadenas,
sin
temores.
Quiéreme
como si te arrancases la piel,
como
si estorbaran los cuerpos,
como
si no existiese el tiempo.
Quiéreme
como a la luna,
como
al sol,
como
a la luz en medio de la oscuridad.
Quiéreme
sin días
y
sin noches,
sin
rostro
ni
identidad.
Como
no quieren las personas.